Probamos la pulsera de actividad Fitbit Charge en condiciones maratonianas (2/2)
- Segunda parte de nuestra review de la pulsera de actividad física Fitbit Charge, probada en condiciones reales de actividad física intensa durante semanas.
Si has llegado hasta aquí por casualidad, te recomiendo que antes de seguir leyendo, repases la primera parte de mi análisis de esta pulsera de actividad Fibit Charge, de hace unos días.
Encuentro especialmente motivador que la Fitbit Charge cuente el número de pisos subidos. Si ya trato de huir en lo posible de los ascensores, ahora es que ando buscando escaleras. Resulta complicado igualar las marcas conseguidas cuando salimos al campo y nos encontramos con alguna cuesta.
El apartado que más me ha sorprendido es el relacionado con el sueño. La Fitbit Charge es una pulsera que te puedes poner y olvidarte que la llevas puesta. Me gusta especialmente ver los registros de sueño y comprobar como “clava” los horarios en los que me quedo dormido, da igual que sea en una cama o un sofá.
He comprobado como ha detectado pequeñas siestas durante el visionado de alguna película tumbado en un sofá. No tener que indicar a un medidor de actividad que te has ido a dormir es realmente un paso adelante. En ocasiones en el trabajo, durante turnos de noche, registra esos momentos en los que a la espera, mientras lees o escuchas algún podcast, caes dormido. Son pequeños episodios de sueño que quedan perfectamente registrados.
En otras ocasiones no registra nada de sueño, como en esta carrera de hace unas semanas.

En ralidad esas dos actividades son una misma, empezó un sábado por la mañana y terminó al día siguiente de madrugada. Las únicas horas de sueño registradas fueron la “siesta” posterior.
Los medidores de actividad son una moda, y si bien pueden servir de motor de arranque para el inicio de la actividad física, es muy fácil dejar de usarlos porque ya no son algo “cool” y diferenciador (un abrazo para los early adopters por moda).
El hecho de dejar de registrar esa información de nuestra actividad diaria nos puede hacer caer en la desidia y con el tiempo, si las ideas de ejercicio físico diario y vida sana no han calado en nosotros, podemos volver al sedentarismo del que huíamos al hacernos con un cuantificador de actividad.
No te recomiendo ninguno en concreto, pero creo que cualquiera de ellos puede hacer que te motives para continuar con tu actividad física diaria. Si hay un entorno “social” en la que te lo haga más motivador, aún mejor. El registro de los datos, el uso que podamos hacer de ellos en un futuro, la ayuda como herramienta retrospectiva en la que poder compararnos con nosotros mismos y ver nuestra evolución, son herramientas muy ricas de las que no deberíamos prescindir.
En cuanto a su uso día a día, Fitbit Charge para mi es una pulsera muy discreta, que al ir siempre con la pantalla apagada pasa desapercibida. En mi trabajo la llevo a diario y nadie ha reparado en ella, lo cual me ahorra buenos ratos de explicaciones. Solo algunos usuarios de dispositivos similares se fijan en estas cosas y con alguno me he cruzado.
En el día a día resulta muy cómoda, porque de la misma forma que pasa desapercibida para los demás, nos pasa a nosotros, no nos damos cuenta de que la llevamos.
Su pulsera blanda se adapta bien a nuestra muñeca y nos permite meternos en la cama o descansar en un sofá, vestirnos y movernos sin notar que está ahí. Esto con otras pulseras más rígidas no pasa. En mi caso con la Nike FuelBand o con la Polar Loop, nunca he conseguido dormir a gusto con ellas, porque siempre notaba que tenía algo rígido en la muñeca y siempre terminaba aprovechando las noches para cargarlas.
De la misma forma, tratar de meter la mano en algún lugar estrecho, tratando de agarrar un cable entre un escritorio y la pared, terminaba siempre con mi Fuelband quitada. Con la Fitbit Charge no he tenido la necesidad de quitármela para nada, siempre la he notado cómoda. Esta comodidad tiene el peligro de olvidar que la llevas puesta y correr el riesgo de metete en la ducha con ella.
Según he podido leer a otros usuarios, las duchas no parecen afectarle, pero he preferido respetar estas indicaciones de Fitbit y aprovechar esos 5–10 minutos de aseo para cargar la fitbit. Con esta carga diaria me basta para no tener que haber hecho ninguna carga completa de la Fitbit Charge salvo la inicial. Prefiero cargarla durante la ducha y tenerla siempre disponible para registrar mi actividad y mi sueño, que fluctua demasiado con un trabajo a turnos.
Claramente para mi es una pulsera de actividad a tener en cuenta. El rango de precio, desde mi punto de vista, roza el límite de lo que podría ser un capricho que quizá nos afiance en nuestra actividad física diaria, incluso con el registro del sueño, que ahora sí funciona de forma transparente para el usuario.
Quizá esta versión o la versión HR con posibilidad de registro de la frecuencia cardiaca, sean más que suficientes para gente que solo quiere mejorar su estado de forma físico, que no es poco.
Poder registrar actividades, medir pasos, calorías, plantas subidas, distancia, sueño. Todo ello acompañado por apps móviles que amplían aún más las capacidades de la Fitbit Charge, haciéndonos ir más allá, poniéndonos metas para bajar peso, controlar nuestro consumo de calorías, de agua, quizá sean registros que de manera puntual una vez cada cierto tiempo conviene hacer para darnos cuenta de lo mucho o poco que bebemos, cuántas calorías ingerimos realmente y cuántas consumimos.
El factor social, retándonos con nuestros amigos a diario o en momentos puntuales como los fines de semana, todas estas cosas hacen de la Fitbit Charge una muy buena elección.