Toma de contacto con el controlador domótico Zipabox de Zipato

  • Análisis del centro de control Z-Wave Zipabox de Zipato por parte de un usuario que viene de una mala experiencia con Raspberry Pi y el software Domoticz.

Mi primera aproximación a la domótica fue un tanto traumática, algo comprensible al disponer de una Raspberry Pi y el software Domoticz. Sin embargo, lejos de espantarme, esa primera experiencia me ha servido para acrecentar mi interés por todo esto, de manera que cuando se me ha ofrecido la posibilidad de probar un centro de control Zipabox de Zipato no la he desaprovechado.

Las diferencias, como se puede suponer, son todas. De partir de un sistema donde sólo me faltaba tener que programar los chips uno por uno, a otro pensado para el uso doméstico generalizado. El diseño de la caja ya indica que el gran público es el destinatario de este producto, y a fe que se nota un importante esfuerzo en dotar a todo el proceso de la suficiente dosis de cordialidad para no espantar a nadie. No obstante, no olvidemos que la domótica doméstica en general está todavía en una fase en que la dista mucho de ser algo fácil de manejar como un smartphone o un tablet, por lo cual el esfuerzo de esta empresa croata es si cabe más encomiable.

Zipabox - caja

La guía rápida de instalación hace justicia a su nombre, lo que nos lleva a releerla con incredulidad. Hay que conectar la antena, el alimentador, el cable de red a nuestro router y asistir a un baile de luces hasta obtener una luz verde fija. A continuación se nos requiere para dar de alta nuestra cuenta de usuario en my.zipato.com para poder registrar nuestra unidad y empezar a programarla.

Para mí esto supuso una novedad no muy bien aceptada, ya que viniendo de un sistema ultra-local como el que he citado, tener que hacer toda la configuración y acceso a través de un portal remoto no me hacía ninguna gracia. Volví a releer el manual e hice consultas por Internet porque no me podía creer que yo no pudiera acceder localmente al controlador de todo el sistema domótico de mi casa, un sistema que puede incluir cámaras de vigilancia, alarmas anti incendios y control de accesos.

Zipabox con su luz verde

No me queda otra que tratar de superar mis recelos de novato y pensar que esto tiene sin duda un lado positivo, y es que el acceso a mi sistema desde fuera de mi red local está garantizado, por lo que no tengo que volverme loco (como sucedía con Domoticz y la Raspberry Pi) para pensar en cómo manipular mis sensores desde fuera de casa.

La interfaz que nos encontramos en my.zipato.com ha sufrido una importante actualización en las últimas semanas y el rendimiento general del acceso web ha mejorado muchísimo. No obstante persiste el paradigma de separar completamente la relación de sensores con la generación de reglas, hasta tal punto que se puede tardar bastante en encontrar esta segunda sección de la pantalla principal.

La construcción de reglas se basa en un sistema de puzzle donde debemos encajar distintos operadores lógicos partiendo de tres sencillos controles; está hecho con la idea de ser intuitivo… pero partiendo del concepto de intuición que pueda tener un ingeniero industrial, claro. Las formas de las fichas nos ayudan a encajar los operadores pero no nos explican exactamente cómo utilizarlos. Los foros de soporte de Zipato, muy diligentemente atendidos, están plagados de las consultas más básicas sobre cómo hacer las reglas más sencillas. Y es que por muy fácil que sea la configuración inicial y muy pulido que sea el interfaz, esto sigue siendo domótica, y termino reconociendo delante de mí muchos principios que veía en Domoticz, pero con una importante capa de maquillaje encima.

Mis necesidades domésticas son sencillas pero el sistema deja entrever una gran capacidad de asumir tareas complejas. Mi primera prueba ha sido con un sencillo enchufe de protocolo Z-Wave. Escamado por las semanas de lucha con Domoticz, asigné a este enchufe una tarea secundaria que sólo me afecta a mí: encender un calefactor en el baño para asegurarme una ducha matutina caldeada. Las dos primeras mañanas me duché al fresco, ya que parecía que el sensor no se encendía a las horas programadas. Descartado un fallo en las reglas se me ocurrió mirar la zona horaria del Zipabox de Zipato y pude comprobar que era la correcta; no obstante la cambié, grabé y volví a editarla para poner la correcta y de nuevo grabé, y nunca más volvió a fallar.

Tengo la Zipabox de Zipato en la mesa de mi estudio, rodeada del Mac mini, monitores, una lámpara, dos routers… ¡un sinfín de ondas y pulsos la rodean! y sin embargo desde que pasé por el siempre rudimentario proceso de emparejamiento del enchufe nunca más he tenido que preocuparme por nada. La conexión no ha fallado jamás y todas las mañanas me he duchado en mi baño con la temperatura ambiente que me merezco. Esto sin duda para mí es una novedad, ya que la Zipabox se encuentra exactamente donde antes tenía la Raspberry Pi, con la diferencia de que el enchufe Z-Wave no estaba en mi baño sino en el salón, a unos 20 metros en línea recta con campo visual abierto… y no pasaban tres días sin que el enchufe se “cayese” del sistema.

Como he dicho mis necesidades domésticas son muy básicas, pero encontrarme con un sistema más o menos amigable de programar y sobre todo TAN ESTABLE me ha animado a conferir a ese enchufe tareas más importantes y también a añadir más dispositivos a mi red Z-Wave. Lo próximo es un Micro Switch de Aeotec. ¿Y después? Cualquier cosa, porque el centro de control domótico Zipabox de Zipato me está dando la confianza necesaria para animarme a crecer.

Encontraréis esta Zipabox en la tienda online domboo.es, pulsando en la siguiente imagen.

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Emilio Cano

Murciano y podcaster ante todo. Deseando que Apple entre a saco en la domótica para que ponga algo de sentido común a toda esta locura que estamos viviendo. Un toldo derribado por la lluvia me trajo aquí.


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